El toque de la maquillista. El pincel del último adiós [esp-eng]

El toque de la maquillista.

El pincel del último adiós.

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“Amar tu trabajo es importante, esto porque si nos toca un arduo día lo hacemos con gustó, me gusta realizar el mío con una sonrisa en los labios, poner un poco de música y ¿por qué no? También cantar.”

Esta era una jornada de trabajo como tantas otras, la única diferencia era mi abultado abdomen, ya estaba en el quinto mes de embarazo, justamente aquella tarde debía ir a realizar el ultrasonido qué revelaría por fin si era un niño o niña.

Me hallaba en mi silla acomodando mis maquillajes, y es que soy una maquillista muy dedicada, me gusta acomodar mis insumos de trabajo, colores en paletas, labiales, bases, pestañas y todo lo que haga falta para dejar hermosas a mis clientes.

Una taza de té en la mesa, en el plato al lado de mi mano unas cuantas galletas, de esas de chips de chocolate que tanto me gustan, el té aún humeaba y el aroma envolvente llegaba directo a mi nariz.
Alce dicha tasa y bebí un sorbo, aún estaba caliente y me queme la punta de la lengua; al parecer mi pequeño bebé sintió el ardor ya que sentí una enorme patada cerca a las costillas.

Acaricie mi barriga, hablándole dulcemente, mientras mi mano seguía en mi panza tomé una galleta, la debore, siempre tenía hambre a la misma hora.
Hoy parecía una jornada más tranquila y en afán de amenizar el ambiente puse algo de música, algo tranquilo para relajar al bebé que aún no dejaba de propiciar una golpiza de aquellas.

De pronto la tranquilidad se vio opacada por una clienta, una señora de unos ochenta años de edad, ya acomodada en mi sector de trabajo, se hallaba plácida y relajada, la observe, analizando qué estilo sería el idóneo para la ocasión, tomé un respiro y cogí la paleta de sombras en tonos pastel.

Coloque una delgada capa de base, un tono bastante natural, delicadamente pase la esponja mientras tarareaba la canción en mi teléfono. Acomode mi cabello tras la oreja y me incline a maquillar sus párpados, un tono rosa mezclado con un tono ocre para dar contraste a sus facciones.

Recordé entonces mi té aún servido en la mesita, estaba tibio y sabroso, le di dos sorbos y volví a mi clienta. Tome la caja de labiales y escogí un hermoso tono damasco, lo aplique delicadamente y para finalizar un gloss qué diera un sutil toque de brillo.

Solo restaba poner el fixing spray y así fijar el maquillaje, ese método lo hacía duradero y el trabajo se conservaba mejor.

Mi clienta, plácida y hermosa, sin embargo su cabello estaba enmarañado, no era mi trabajo pero quería verla perfecta.

Tomé el cepillo y comencé a desenredar, sin darme cuenta di un jalón algo brusco.
–”Disculpe si lo hice fuerte"– dije por costumbre.

–No te preocupes querida, no me dolió– musitó la anciana dama aun con los ojos cerrados.

–”Déjeme decirle, que usted ha quedado preciosa”– le dije con gran orgullo por mi reciente trabajo.

–¿Crees qué le guste a mis hijos?– consultó la dama con una pequeña lagrima asomándose en su ojo derecho.

–”¡Les encantará!”– exclamé, mientras tomaba un cotonete para secar la lágrima.

–¡Será una niña!– insinuó la mujer en la camilla.

En ese momento recordé que la anciana estaba muerta y que mi trabajo era en la morgue, tratando de dejar presentables a los cadáveres. Trague saliva y sostuve mi vientre, retrocedí y me senté en mi silla, el té ya estaba frío, encendí el hervidor y calenté el agua, mientras hervía comí una galleta, estaban deliciosas.

Desde la camilla la señora anciana, maquillada y arreglada solo esperaba ser vestida por alguno de sus hijos, seguí acariciando mí vientre llamando a mi bebé “Casandra”, siempre me gustó ese nombre, y como ahora ya sabía que era niña no había necesidad de seguirla llamando “bebé”.

Daban las ocho de la mañana, dejé mi lugar limpio, bebí el té y comí las galletas, al ir saliendo me despedí de la anciana, la había dejado realmente hermosa, por el pasillo hacia la morgue una mujer de negro, pálida y llorando, cargaba una bolsa con ropa, de seguro serían para la dama que aguarda en la camilla de la fría y solitaria morgue.

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English

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The make-up artist's touch

The brush of the last goodbye

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"I like to do mine with a smile on my lips, play some music and why not, sing too".

This was a work day like many others, the only difference was my bulging abdomen, I was already in the fifth month of pregnancy, just that afternoon I had to go for the ultrasound that would finally reveal if it was a boy or a girl.

I was in my chair arranging my make-up, I am a very dedicated make-up artist, I like to arrange my work supplies, color palettes, lipsticks, foundations, eyelashes and everything I need to make my clients beautiful.

A cup of tea on the table, on the plate next to my hand a few chocolate chip cookies that I like so much, the tea was still steaming and the enveloping aroma came straight to my nose.
I lifted said cup and took a sip, it was still hot and burned the tip of my tongue; apparently my little baby felt the burn as I felt a huge kick near my ribs.

I caressed my belly, talking sweetly to it, while my hand was still on my belly I took a cookie, I devoured it, I was always hungry at the same time.
Today seemed to be a calmer day and in an effort to liven up the atmosphere I put on some music, something quiet to relax the baby who was still trying to get a beating of those.

Suddenly the tranquility was overshadowed by a client, a lady in her eighties, already settled in my work area, she was placid and relaxed, I observed her, analyzing what style would be ideal for the occasion, I took a breath and took the palette of pastel shades.

I applied a thin layer of foundation, a fairly natural shade, and gently sponged it on while humming the song on my phone. I tucked my hair behind my ear and leaned over to apply makeup to her eyelids, a pink shade mixed with an ochre tone to give contrast to her features.

I then remembered that my tea was still on the table, it was warm and tasty, so I took two sips and went back to my client. I took the lipstick box and chose a beautiful apricot shade, applied it delicately and to finish with a gloss to give a subtle touch of shine.

The only thing left to do was to apply the fixing spray and fix the makeup, this method made it last longer and the work was better preserved.

My client, placid and beautiful, however her hair was matted, it was not my job but I wanted to see her perfect.

I took the brush and started to untangle, without realizing it I gave a somewhat rough tug.
-I said out of habit, "I'm sorry if I pulled it too hard.

-Don't worry my dear, it didn't hurt," the old lady muttered, still with her eyes closed.

-Let me tell you, you have turned out beautiful," I said with great pride in my recent work.

-Do you think my children will like it?" asked the lady with a small tear showing in her right eye.

-”They'll love it!"- I exclaimed, as I took a cotton swab to wipe away the tears.

-It will be a girl!" hinted the woman on the stretcher.

At that moment I remembered that the old woman was dead and that my job was in the morgue, trying to make the corpses presentable. I swallowed saliva and held my belly, stepped back and sat in my chair. The tea was already cold. I turned on the kettle and heated the water. While it boiled I ate a cookie. They were delicious.

From the stretcher the old lady, made up and arranged, was only waiting to be dressed by one of her children, I continued caressing my belly calling my baby "Casandra", I always liked that name, and since now I knew it was a girl there was no need to keep calling her "baby".

It was eight o'clock in the morning, I left my place clean, I drank the tea and ate the cookies, as I was leaving I said goodbye to the old lady, I had left her really beautiful, down the corridor towards the morgue a woman in black, pale and crying, was carrying a bag with clothes, surely they would be for the lady waiting on the stretcher in the cold and lonely morgue.

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