Encuentro en Venecia (Meeting in Venice) [ES/EN]

«Carlos, por última vez. Apúrate que el avión nos va a dejar. No me echarás a perder las vacaciones». Juan presionaba a su amigo para que saliera de su encierro.

Hacía seis meses, su novia lo había dejado por uno de sus amigos y se había casado, dejando el corazón de Carlos completamente destrozado. Desde aquel entonces, el melancólico hombre se había convertido en un ermitaño, que solo salía para trabajar.

Juan, su mejor amigo. Había comprado un tour por Italia y pensó llevar a Carlos. «Amigo, con este viaje olvidarás el pasado y retomarás las riendas de tu vida para el futuro». El frío acompañaba la lluvia, así como también el alma triste y solitaria de Carlos.

«¿Te han dicho que eres una molestia, Juan?». Carlos se levantaba perezosamente y con mucha parsimonia empezaba a arreglarse.

«Me gusta ser una molestia, amigo. Jaja. Y si no te mueves empezaré a picarte con el palo de la escoba». Juan tomaba un viejo palo y amenazaba a su amigo.

«Está bien. Ya no molestes, amigo». Carlos soltaba un suspiro de disgusto.

«Anímate, Carlos. Me han dicho que las italianas son muy hermosas y si les gustas te toman sin dudarlo. Jaja». Juan guiñaba un ojo.

«No estoy para aventuras amorosas, esto lo hago porque tú insistes, de lo contrario me quedaría en casa durmiendo». Carlos se peinaba con displicencia.

«Sea como sea, ahora nos vamos a Italia y si no te apresuras llegaremos tarde al aeropuerto». Juan empezaba a picar a Carlos con el palo y este salía corriendo del apartamento.

Después del viaje, Carlos seguía deprimido y se encerró en el cuarto del hotel. El hombre dormía entre las sábanas blancas y las almohadas de plumas de ganso, tan suaves que su cabeza parecía estar en una nube esponjosa. Se oyeron tres golpes fuertes y luego una voz.

«Carlos, levántate vamos a ir a visitar los canales de Venecia. ¡Rápido!». Juan seguía golpeando con entusiasmo.

Luego de unos minutos sin respuesta, Juan se rindió y se fue. Carlos seguía dormido y al anochecer, mientras la luna llena iluminaba el cuarto y las cortinas de seda se movían con la suave brisa, Carlos se despertó y salió hacia el balcón. El noctámbulo hombre quedó impresionado con la belleza de la ciudad.

Se cambió de ropas para salir a dar un pequeño paseo por la encantadora ciudad. Sus pasos lo llevaron hasta un pequeño puente solitario, luego se apoyó en la baranda de cemento mirando el agua apacible y en ella el reflejo de la maravillosa luna llena.

«Es bonita. ¿No lo crees?». Una voz dulce lleno los oídos de Carlos.

«Umm, Disculpe. No te sentí llegar». Carlos quedó sobresaltado con la presencia de la mujer.

Parecía una diosa, con su cabello negro largo y lacio, ojos azules que parecía robar el alma de quién los miraba, piel de porcelana, una sonrisa perlada que parecía brillar con la luz de la luna y un cuerpo similar a la más fina guitarra que invitaba a tocarla suave y dulcemente.

«Perdone, usted. No quería entrometerme en su meditación». La mujer daba media vuelta para irse.

«No, no, no interrumpiste nada. Lo único que hacía era apreciar el agua. Soy Carlos». El hombre estiraba la mano. «Mucho gusto».

«Soy Juno. El gusto es mío». La mujer apretaba la mano con una suavidad que electrificó los bellos del brazo de Carlos.

«Caray, tienes una personalidad muy electrizante. Jaja». Carlos no reía así en meses. «Juno es un nombre muy bonito, como el de una diosa».

«Gracias por halago, eres muy dulce y gracioso. Jaja». Una risa coqueta dedicó Juno al hombre.

«Gracias, aunque muchas chica no piensan eso».

«Esas mujeres deben estar ciegas, se nota al instante, Carlos». La mujer colocaba la mano sobre la del hombre.

Carlos sentía que el roce de las manos lo iba hace desmayar. Se contuvo y recuperando el aliento quito la mano de la de Juno. Dio un suspiro profundo y siguió viendo el reflejo de la luna en el agua.

«¿Te sucede algo?». Juno miraba dulcemente a Carlos.

«No, no, es, es que tú no sabes cuál es mi angustia». Carlos agachaba la cabeza.

Juno tomaba el rostro de Carlos, aquellos labios carmesí tan provocativos se iban acercando lentamente. La voluntad del hombre había sido doblegada, y el encuentro fue inevitable de aquellos labios que se habían estado esperando toda una vida.

Carlos desfallecía en aquel beso, tan delicioso, tan mágico, tan sublime. Sentía que llegaba al cielo y tocaba las cimas nublosas del monte Olimpo. Volaba por entre las nubes como en una cápsula de tiempo que desfiguraba todo a su alrededor. La respiración se hacía más agitada con cada movimiento de los labios, parecía una danza de entre melodías clásicas. Una conjunción de almas que parecían estar esperándose una a la otra.

El tiempo se había diluido en ese momento mágico y excitante, que parecía absorber con cada movimiento los recuerdos de aquel amor traicionero. Una limpieza armónica de su alma con cada encuentro de las lenguas húmedas. Carlos seguía respirando agitado intentando contener la sinfonía de sentimientos que florecían en él, desconocidos hasta ese momento.

El hombre no pudo más y cayendo rendido, perdió el sentido y dentro de su oscuridad vio a Juno, que le decía, «Deja partir, suelta y vive. El amor verdadero lo encontrarás cuando te liberes. Vive, vive, amor».

«Carlos, Carlos, despierta». Juan lo sacudía.

«¿Qué sucede?». Carlos se sobaba los ojos.

«Te desapareciste del hotel y por suerte llevabas el celular así que te localicé por el GPS. ¿Por qué estabas tendido en este puente?».

«Estaba, estaba con... ¿Dónde está?... ¿Dónde está Juno?». Carlos se levantaba sobresaltado.

Los policías miraban a Carlos y se reían. Luego uno de ellos dijo. «Juno es un espíritu que vaga por aquí y cuenta la leyenda que se aparece a los tristes enamorados para hacerlos olvidar su desamor».

Carlos al escuchar esto se desmayó. Después de unos días, el hombre había renacido y se sentía más liberado, feliz, no olvidaría a Juno y ese momento mágico, aunque se sentía triste por no volver a ver a aquella mujer...

«Juno, Juno...». Carlos corría tras una azafata.

«Carlos, Carlos, te volviste loco, hombre. Jaja». Juan iba por Carlos.

English

Meeting in Venice

“Carlos, for the last time. Hurry up, the plane is going to leave without us. You're not going to ruin my vacation.” Juan was pressuring his friend to come out of his seclusion.

Six months ago, his girlfriend had left him for one of his friends and gotten married, leaving Carlos's heart completely broken. Since then, the melancholic man had become a hermit, only leaving the house to go to work.

Juan, his best friend, had bought a tour of Italy and thought of taking Carlos with him. “Friend, with this trip you will forget the past and take back control of your life for the future.” The cold accompanied the rain, as did Carlos' sad and lonely soul.

“Have they told you that you're a nuisance, Juan?” Carlos got up lazily and slowly began to get ready.

“I like being a nuisance, my friend. Haha. And if you don't move, I'll start poking you with the broomstick.” Juan picked up an old stick and threatened his friend.

“All right. Stop bothering me, buddy.” Carlos let out a sigh of disgust.

“Cheer up, Carlos. I've been told that Italian women are very beautiful, and if they like you, they'll take you without hesitation. Haha.” Juan winked.

“I'm not in the mood for romantic adventures. I'm only doing this because you insist. Otherwise, I'd stay home and sleep.” Carlos combed his hair indifferently.

“Anyway, we're going to Italy now, and if you don't hurry up, we'll be late for the airport.” Juan started poking Carlos with the stick, and Carlos ran out of the apartment.

After the trip, Carlos was still depressed and locked himself in the hotel room. The man slept between white sheets and goose-down pillows, so soft that his head seemed to be on a fluffy cloud. Three loud knocks were heard, followed by a voice.

"Carlos, get up, we're going to visit the canals of Venice. Hurry up!" Juan kept knocking enthusiastically.

After a few minutes with no response, Juan gave up and left. Carlos was still asleep, and at dusk, as the full moon lit up the room and the silk curtains moved in the gentle breeze, Carlos woke up and went out onto the balcony. The night owl was impressed by the beauty of the city.

He changed his clothes to go for a short walk around the charming town. His steps took him to a small, lonely bridge, where he leaned on the concrete railing, looking at the calm water and the reflection of the beautiful full moon.

“It's beautiful. Don't you think so?” A sweet voice filled Carlos' ears.

“Um, excuse me. I didn't hear you come up.” Carlos was startled by the woman's presence.

She looked like a goddess, with her long, straight black hair, blue eyes that seemed to steal the soul of anyone who looked at them, porcelain skin, a pearly smile that seemed to shine in the moonlight, and a body like the finest guitar, inviting him to play it softly and sweetly.

“I'm sorry. I didn't mean to interrupt your meditation.” The woman turned to leave.

“No, no, you didn't interrupt anything. I was just appreciating the water. I'm Carlos.” The man held out his hand. “Nice to meet you.”

“I'm Juno. The pleasure is mine.” The woman shook his hand with a gentleness that sent a tingle through Carlos's arm.

“Wow, you have a very electrifying personality. Haha.” Carlos hadn't laughed like that in months. “Juno is a very beautiful name, like that of a goddess.”

“Thank you for the compliment, you're very sweet and funny. Haha.” Juno gave the man a flirtatious laugh.

“Thank you, although many girls don't think so.”

“Those women must be blind, you can tell right away, Carlos.” The woman placed her hand on the man's.

Carlos felt that the touch of her hands was going to make him faint. He restrained himself and, catching his breath, removed his hand from Juno's. He took a deep breath and continued to watch the reflection of the moon in the water.

“Is something wrong?” Juno looked sweetly at Carlos.

“No, no, it's just that you don't know how distressed I am.” Carlos bowed his head.

Juno took Carlos's face in her hands, those provocative crimson lips slowly approaching. The man's will had been broken, and the encounter was inevitable between those lips that had been waiting a lifetime.

Carlos was swooning from that kiss, so delicious, so magical, so sublime. He felt like he was reaching heaven and touching the cloudy peaks of Mount Olympus. He was flying through the clouds as if in a time capsule that distorted everything around him. His breathing became more agitated with each movement of his lips, like a dance between classical melodies. A union of souls that seemed to be waiting for each other.

Time had dissolved in that magical and exciting moment, which seemed to absorb the memories of that treacherous love with every movement. A harmonious cleansing of his soul with every encounter of their moist tongues. Carlos continued to breathe heavily, trying to contain the symphony of feelings that were blossoming within him, unknown until that moment.

The man could take no more and, falling exhausted, lost consciousness. In his darkness, he saw Juno, who said to him, “Let go, release, and live. You will find true love when you free yourself. Live, live, love.”

“Carlos, Carlos, wake up.” Juan shook him.

“What's going on?” Carlos rubbed his eyes.

“You disappeared from the hotel, but luckily you had your cell phone with you, so I tracked you down using GPS. Why were you lying on this bridge?”

“I was, I was with... Where is she? Where is Juno?” Carlos got up with a start.

The police officers looked at Carlos and laughed. Then one of them said, “Juno is a spirit who wanders around here, and legend has it that she appears to sad lovers to make them forget their heartbreak.”

When Carlos heard this, he fainted. After a few days, the man had been reborn and felt more liberated, happier. He would not forget Juno and that magical moment, although he felt sad that he would never see that woman again...

“Juno, Juno...” Carlos ran after a flight attendant.

“Carlos, Carlos, you've gone crazy, man. Haha” Juan went after Carlos.

Fuentes de la imagen de portada:
Fuente 1
Fuente 2

Edición Rincón Poético

La traducción del texto fue hecha con la herramienta

gratuita DeepL

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