Un macabro cuento de navidad. La bestia de nochebuena (esp-eng)

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Un macabro cuento de Navidad

La bestia de nochebuena

La solitaria habitación #33 del hotel Stewart era sutilmente conocida, y digo “sutil” ya que la leyenda que rondaba en torno a ella era una historia que había pasado de boca en boca, no porque pensaran que era una farsa, sino por el miedo que causaba. Muchos habían sido presa de las dudas y habían decidido investigar in situ, sin embargo, ninguno de ellos regresó y más extraño aún, es como si sus vidas hubiesen sido removidas de todo registro, al final solo eran vagos recuerdos en terceros que dudaban hasta de ellos mismos.

Todo inició hace cincuenta y tres años, en aquella época el hotel Stewart era lujoso y cuna de celebridades de todo tipo, siempre iluminado por fuera, su edificación era semejante a un palacio victoriano e innumerables fiestas tuvieron lugar en su interior. El glamour era su sello marcado al igual que las delicias que se podían disfrutar en su restaurante, y es que este no era solo para los huéspedes y si tenías la suerte y el dinero suficiente podías disfrutar de una elegante y exquisita cena.

Sin embargo, aquella época dorada de fiestas glamorosas, luces y demás, acabaron abruptamente en una noche.

Caía la nochebuena del año cincuenta y tres, en el lobby un despampanante árbol navideño capturaba todas las miradas, tanto de los huéspedes como la de los transeúntes, a través de los cristales de los muchos ventanales se podía observar la majestuosidad del árbol; bajo este, cientos de regalos y es que la dueña del hotel tenía como costumbre agasajar a sus huéspedes y trabajadores con obsequios en navidad; por otro lado, siempre se decía que estos obsequios eran cosas costosas y llamativas, algunas extravagantes pero, cada una de ellas pensada especialmente para su receptor.

La fiesta de navidad se llevaba a cabo en el salón central del hotel, las mesas en medio con copas de champagne, vino, jugos y agua, además por los costados, mesas enormes con bocadillos de todo tipo y en el escenario, una banda en vivo amenizando la velada con música. Aquella noche, alrededor de mil personas estaban allí, aunque, podría decir que eran más ya que los empleados no habían sido contados.

Mientras tanto, en la habitación #33 del tercer piso, la señora Edith Stewart se preparaba para bajar en gloria y majestad. Muy pocas veces se dejaba ver y extrañamente en cada navidad nunca hubo algún huésped que hubiese estado la navidad anterior, su imagen era un secreto hasta para sus mismos empleados quienes sólo conocían de ella su nombre y nada más.

Al marcar las 23:45 de la noche del veinticuatro de diciembre, frente al espejo de su habitación, la señora Edith observaba su silueta, acomodaba su cabello tras la oreja izquierda, su semblante vacío y carente de emociones reflejaba qué no era una mujer viva, más bien parecía un robot programado para una tarea hasta ahora desconocida.
Vestía un traje rojo brillante, un colgante de muérdago en su cuello, aretes diminutos, parecían estrellas en sus orejas titilando o más bien hechizando a quien los veía.
Su caminar resonaba en la habitación. Cerró la puerta tras de ella y su taconeo inundó el pasillo, además de su fragancia, un perfume con aroma a cera de vela, polvo y alcohol.

En medio del hotel, la despampanante escalera en forma de caracol se convirtió en una eterna pasarla, la señora Edith bajo lenta y segura sin esbozar ningún ápice de humanidad posible. Al llegar al último escalón observó los ventanales aún abiertos y alzando su mano como si se tratase de un truco de magia, las persianas se bajaron rápidamente. Al girarse para ir al salón, la puerta principal se cerró con llave mientras la luz cercana titilo haciéndose débil y difusa.

-¡Feliz Navidad a todos!- exclamó con una voz vacía, en su mano una copa de vino tinto, pero algo distinto, éste era espeso y denso, sin embargo nadie más lo había notado, la copa suavemente sujetada por sus blancas manos se movía de un lado a otro, como el movimiento de un metrónomo, su voz sensual y delicada apagó la música y capturó la atención en tan solo un instante.

Todos en totalidad se giraron al unísono, los murmullos aparecieron, susurraban especulaciones acerca de la dueña -¿qué no era vieja?- decían algunas mujeres con arrogancia y vanidad destruida ante la belleza de la mujer parada en el centro del salón.
Y así muchos más seguían dando pie a una oleada de especulaciones.

La mirada vacía de doña Edith estaba como pausada y al repicar las campanas al anuncio de las doce el árbol de navidad comenzó a incendiarse desde su tronco.
Los gritos comenzaron, las carreras, caídas, personas aplastadas y allí en el centro, impávida y elegante, Edith miraba sin ver nada.
Abrió entonces su boca como si quisiera decir algo, ¿quizás ayuda?, Doña Edith comenzó a rasgarse por el cuello, parecía que era solo un envoltorio, de pronto la sangre corría por todos lados de su cuerpo y un rugido extraño, inhumano, una voz que no le pertenecía retumbó en cada espacio del hotel Stewart.

Mientras tanto, las llamas consumían lentamente el árbol y cada uno de los regalos mientras los alaridos de aquella bestia retumbaban en cada pedazo de piel que caía de su abrigo cuerpo. Los huéspedes anonadados miraban el espectáculo, aterrados algunos intentaban moverse pero en medio del caos era imposible.

De pronto Doña Edith no existía, una bestia ocupaba su sitio, ojos rojos, colmillos filosos, garras al final de sus extrañas manos, su cuerpo viscoso en un tono entre gris y negruzco, lo acompañaba un aroma a cera de velas y polvo que impregnaba el aire y lo tronaba denso. Se encendió en llamas al igual que el árbol y en medio de un grito saltó sobre los más cercanos, devorando, destazando, riendo y gozando.
En sus dientes resonaban los huesos quebrándose, el sonido chirriante de la sangre que teñía el piso, sus garras rasgando la ropa para disfrutar de su alimento.

Aquella noche nueva más de mil personas murieron, el árbol aún en llamas, controladas para solo asustar comenzaron a apagarse, era como si la misma bestia tragara ese fuego distractor, sus fauces ensangrentadas y al parecer saciado avanzó lento hasta el vestíbulo, subió las escaleras y entró a la habitación #33 del tercer piso. Aquella bestia se miró al espejo y cayó tendida siendo ahora una nueva mujer en una nueva figura.

Por casi treinta años ocurrió esta masacre, un pacto del mal que aniquilaba, qué masacraba con gusto y placer absoluto. Muchos incautos no han creído esta historia y algunos “valientes” en realidad estúpidos, llegan en nochebuena buscando la habitación #33 y ver si la bestia emerge a través del gran espejo incrustado en la pared, uno que jamás nadie pudo quitar porque en realidad no es un un espejo real y es solo la pintura de un pintor que reflejaba la macabra escena. Y allí, casi invisible en tinta negra ocultándose en el borde se puede leer el nombre de Edith Stewart.

-¿Cómo lo sé?- pues adivínalo tú, quizás soy Edith o la última testigo que escapó, esta en ti pensar lo que tu corazón indique, pero si algún día llega a ti una invitación a pasar la navidad con gente que no conozcas, ten cuidado, quizás la bestia te esté llamando.


English


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A macabre Christmas Naistale

The Beast of Christmas Eve

The lonely room #33 at the Stewart Hotel was subtly known, and I say "subtly" because the legend surrounding it was a story that had been passed down by word of mouth, not because people thought it was a hoax, but because of the fear it caused. Many had been overcome by doubt and had decided to investigate in person, but none of them ever returned. Even stranger, it was as if their lives had been erased from all records, leaving only vague memories in the minds of others who doubted even themselves.

It all began fifty-three years ago. At that time, the Stewart Hotel was luxurious and a haven for celebrities of all kinds. Always illuminated from the outside, its building resembled a Victorian palace, and countless parties took place inside. Glamour was its hallmark, as were the delicacies that could be enjoyed in its restaurant, which was not only for guests. If you were lucky and had enough money, you could enjoy an elegant and exquisite dinner.

However, that golden age of glamorous parties, lights and so on came to an abrupt end one night.

It was Christmas Eve in 1953, and in the lobby, a stunning Christmas tree caught the eye of both guests and passers-by. Through the glass of the many windows, you could see the majesty of the tree; underneath it were hundreds of gifts, as the hotel owner had a habit of treating her guests and employees to gifts at Christmas. On the other hand, it was always said that these gifts were expensive and eye-catching, some extravagant, but each one was specially chosen for its recipient.

The Christmas party was held in the hotel's central hall, with tables in the middle set with glasses of champagne, wine, juice and water, and huge tables on either side laden with all kinds of snacks. On stage, a live band provided musical entertainment for the evening. That night, around a thousand people were there, although I would say there were more, as the employees had not been counted.

Meanwhile, in room #33 on the third floor, Mrs. Edith Stewart was preparing to descend in glory and majesty. She was rarely seen, and strangely, every Christmas there was never a guest who had been there the previous Christmas. Her image was a secret even to her own employees, who knew only her name and nothing else.

At 11:45 p.m. on the night of 24 December, standing in front of the mirror in her bedroom, Mrs Edith observed her silhouette, tucking her hair behind her left ear. Her empty, emotionless expression reflected that she was not a living woman, but rather a robot programmed for a task as yet unknown.
She wore a bright red dress, a mistletoe pendant around her neck, and tiny earrings that looked like stars twinkling in her ears, or rather, bewitching those who saw them.
Her footsteps echoed in the room. She closed the door behind her and her heels flooded the hallway, along with her fragrance, a perfume with the scent of candle wax, dust, and alcohol.

In the middle of the hotel, the stunning spiral staircase became an eternal catwalk, Mrs Edith descended slowly and confidently without showing any hint of humanity. When she reached the last step, she looked at the windows, which were still open, and raised her hand as if performing a magic trick, and the blinds quickly closed. As she turned to go to the living room, the front door locked behind her, and the nearby light flickered, becoming weak and diffuse.

"Merry Christmas, everyone!" -** she exclaimed in an empty voice, a glass of red wine in her hand, but something was different. This wine was thick and dense, yet no one else had noticed. The glass, gently held by her white hands, moved from side to side like the movement of a metronome. Her sensual and delicate voice silenced the music and captured everyone's attention in an instant.

Everyone turned in unison, murmurs arose, whispering speculations about the hostess. "Wasn't she old?" said some women with arrogance and vanity destroyed by the beauty of the woman standing in the centre of the room.
And so many more continued to give rise to a wave of speculation.

The empty gaze of Mrs. Edith seemed to pause, and as the bells rang at the announcement of midnight, the Christmas tree began to burn from its trunk.
The screams began, the running, the falling, people crushed, and there in the centre, unflinching and elegant, Edith stared without seeing anything.
She then opened her mouth as if she wanted to say something, perhaps for help? Mrs Edith began to tear at her neck, which seemed to be nothing more than a covering. Suddenly, blood was running down her body and a strange, inhuman roar, a voice that did not belong to her, echoed throughout the Stewart Hotel.

Meanwhile, the flames slowly consumed the tree and each of the gifts as the beast's screams echoed off every piece of skin that fell from its coat. The stunned guests watched the spectacle, some terrified, trying to move, but in the midst of the chaos, it was impossible.

Suddenly, Doña Edith was no more. A beast had taken her place, with red eyes, sharp fangs, claws at the end of its strange hands, and a slimy body that was somewhere between grey and black. It was accompanied by the smell of candle wax and dust that permeated the air and made it thick. It burst into flames like the tree and, amid a scream, leapt on those closest to it, devouring, tearing apart, laughing and enjoying itself.
The sound of bones breaking echoed in its teeth, the squelching sound of blood staining the floor, its claws tearing clothes to enjoy its food.

That night, more than a thousand people died. The tree was still on fire, but the flames, controlled to only scare people, began to die down. It was as if the beast itself had swallowed the distracting fire. Its bloody jaws seemingly sated, it advanced slowly to the lobby, climbed the stairs, and entered room #33 on the third floor. That beast looked at itself in the mirror and fell down, now a new woman in a new form.

For almost thirty years, this massacre took place, an evil pact that annihilated, that slaughtered with absolute pleasure and delight. Many unsuspecting people have not believed this story, and some "brave" but actually stupid individuals arrive on Christmas Eve looking for room #33 to see if the beast emerges through the large mirror embedded in the wall, one that no one could ever remove because it is not actually a real mirror but only a painter's painting that reflected the macabre scene. And there, almost invisible in black ink, hidden at the edge, you can read the name Edith Stewart.

How do I know? Well, guess for yourself. Maybe I am Edith or the last witness who escaped. It is up to you to think what your heart tells you, but if one day you receive an invitation to spend Christmas with people you do not know, be careful. Perhaps the beast is calling you.


Esta es mi partición para el concurso Navidad del Terror ofrecido por nuestra querida espeluznante comunidad @zonadescalofrio bajo la tutela de KrampOwl @elbuhito.

This is my entry for the Christmas of Terror contest offered by our beloved spooky community @zonadescalofrio under the guidance of KrampOwl @elbuhito.

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Imagen tomada del blog original del concurso

Por mi parte quiero extender la invitación a los amigos @amigoponc y @brujita18 a inspirarse y participar.

For my part, I would like to extend an invitation to my friends @amigoponc and @brujita18 to be inspired and participate.


Las imágenes usadas fueron creadas en Gemini AI.
El texto fue traducido en deepl versión free.

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Definitivamente si me llega esa invitación no voy a ir... dile a la mujer que me espere sentada! Fuera de broma, es una historia excelente, con un final donde le das un giro a la historia y dejas abierta la puerta a pensar quien es la que la cuenta, creo que la misma bestia podría ser. Espectacular, como siempre!!! una narración impecable! Muchas gracias por participar!🤗

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Agradezco infinitamente tus palabras y apoyo.
Me encanta estas fechas y poder crear versiones oscuras de navidad.

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Una gran creatividad e imaginación, así se hace!

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Bueno, siendo yo una persona antisocial y encima con ansiedad social, dudo mucho que acepte una invitacion y menos de personas desconocidas jajaja esa bestia se moriria de hambre si cuenta con mi vida social 😂

Yo digo que es una sobreviviente quien relata la historia... pero podria estar equivocada, por las dudas sere amable 🦉

Muy buen relato, esa bestia si que era feroz para masacrar y devorar a sus victimas, y muy inteligente, la forma en que llevo a cabo todo de forma epica, mejor dejar esa habitacion tranquila y no irrumpir, pero bueno, el ser humano es curioso jajaja ¡Muchas gracias por tu participacion! 👻

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Dicen que la curiosidad mata al gato y menos mal que tu eres una búho, así que por ahí no pasará nada 😂
Ame tu iniciativa así que no te imaginas la sonrisa de oreja a oreja que tenia 😊

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Gracias mis queridas dulzuras siniestra por el apoyo y espacio.

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Excelente historia amiga, fue aterradora! como siempre, sin desperdicios. Esa señora Edith es todo un personaje, por otro lado me encantaron tus imágenes te quedan geniales amiga. Gracias por tu amable invitación, saludos!

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Pensé en ti porque de antemano se que creas historias magníficas.
Espero leerte ☺️

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Una historia de escalofríos muy intensa de leer. Una masacre en navidad de un ser terrorífico, es un tema muy llamativo. Disfrute mucho de la lectura. Eso sí, no me quedaron ganas de aceptar invitaciones de navidad a lugares desconocidos.😈

Gracias por compartir tu historia de escalofríos con nosotros.👻

Excelente sábado con muchos espantos.

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Hola 👋
Las navidades guardan misterios tras los jolgorios y festejos. Por cierto, yo tampoco aceptaría invitaciones 😨
Gracias por tú visita y apoyo ☺️

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